lunes, 29 de septiembre de 2008

La Vida de Andrés

81 años, 2 hijos, 6 nietos y 2 bisnietos; el menor de 7 hermanos, todos ellos muertos al igual que sus padres. Dos grandes amores, Juana y Carmen, su mujer, ambas muertas; albañil, jugador de fútbol, trabajador en una factoría de pescado y quién sabe en cuántas cosas más.

Una vida dura, de eso no cabe duda. Sobrevivir a tus dos amores, a tus hermanos... Una pasión, el fútbol, truncada por una lesión que hoy en día le tiene postrado casi permanentemente en una silla de ruedas; dura, injusta, tal vez.

Que la vida iba a ser dura ya lo aprendió desde muy joven cuando con apenas 9 años se enteró de que algo malo pasaba al ver a unos hombres con camisas azules disparando al aire mientras jugaba al fútbol en la playa de Las Alcaravaneras y no se le olvidó cuando un año más tarde su padre lo consiguió convencer para llevarlo consigo a faenar a los caladeros africanos. Lo volvió a recordar cuando casi 70 años más tarde sus hijos se le acercaron un día para decirle que ya no podían cuidar de él, “vamos a empezar a buscar un sitio en donde puedan cuidar de ti”, le dijeron.

Cuando le preguntas a Andrés qué es lo importante de la vida para él, no contesta, se queda sin palabras; sin embargo, uno le pregunta si ha sido feliz, y no duda en contestar que sí, que lo sigue siendo. Y cómo no va a haberlo sido, “aquí tengo todo lo que necesito y me tratan muy bien”, culmina Andrés con una sonrisa desde su cama en la tercera planta de su nuevo hogar.
Cuánto nos queda por aprender.

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