jueves, 2 de abril de 2009

REFLEXIONES ARQUITECTÓNICAS. SERT

El Peabody Terrace es, para Sert, un campo abonado para la consecución de sus ideas. Una vez teorizado sus pensamientos se encuentra con la posibilidad de llevarlas a la práctica con el encargo de la Universidad de Harvard. En dicho proyecto pone a prueba sus teorías sobre la monumentalidad, sobre la cualificación de espacios, sobre su estratificación y el solapamiento con el entorno urbano y paisajístico, con la escala real y monumental.

Esta puesta en práctica, a pesar de verse favorecida por el entorno en el que se plantea el proyecto: un lugar idílico al borde de un río con abundante naturaleza y lo suficientemente cerca de un entorno urbano como para llegar a conectar-dialogar con él y lo suficientemente lejos como para no influir con un peso específico en el proyecto, cumple las expectativa que Sert planteaba en sus teorías. Sin embargo, como ya hemos dicho anteriormente, este éxito se debe, en parte, a su localización, a la “facilidad” de sus conexiones y a una permisividad total de los promotores del proyecto (si bien es verdad que este último punto es incontrolable en cada proyecto).

Las cualificaciones de los espacios con su jerarquía, lo monumental de sus torres-hitos que enmarcan el paisaje, la apuesta por la vida en sociedad, por el encuentro de personas, el intercambio de pensamientos, el orden establecido; todo ello en su conjunto y tal y como lo plantea Sert, es trasladable a una cierta escala, una escala de barrio, o incluso una escala menor, la del Peabody Terrace, pero , ¿es la suma de muchos Peabody Terrace una ciudad ordenada?, ¿es necesario ordenar hasta tal punto una ciudad?. Estas preguntas son imposibles de contestar con el magnífico ejemplo de Sert, que trasladándolo a una entidad de mayor tamaño no se sabe si funcionará.

Una ciudad, está compuesta por múltiples barrios, por su/s centro/s históricos/s, por esa periferia nacida por generación espontánea; pero no resultaría ordenada si nos limitáramos a ordenar cada uno de sus barrios, de sus periferias, en un afán de reducir las relaciones sociales al contacto directo, olvidándonos de su conjunto, de las relaciones más allá de cada núcleo, de las comlicidades entre cada una de estas “células de relación”.

El Peabody Terrace es un gran ejemplo de cómo conseguir una pequeña urbe equilibrada, con la preponderancia del factor humano en consonancia con los espacios libres, pero es simplemente eso, un gran ejemplo. Un comienzo al que a día de hoy no se le ha podido sacar el partido que, seguramente, Sert habría deseado: la definitiva relación entre cada uno de los Peabody Terrace que deberían haber en cada ciudad, la interacción entre ellos, sus consecuencias.
Pero claro, no es lo mismo la “prueba de laboratorio” que la extrapolación de los resultados a su entorno real.

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